Clásicos

¿Somos libres?

Hoy os traigo una novela especulativa, futurista y muy controvertida publicada en 1932: Un mundo feliz. Aldous Huxley nos trae un mundo aparentemente feliz donde el ser humano ha conseguido un gran desarrollo en lo referente a la tecnología y donde no existen guerras ni pobreza ni enfermedades. Pero tampoco existe el arte, la religión, la filosofía, la literatura, ni siquiera la familia.

Podemos dividir esta obra en dos mitades; la primera de presentación y la segunda donde ocurre el conflicto. Al principio conocemos al protagonista, Bernard Marx, cuyos problemas de autoestima desencadenarán en el cuestionamiento de su libertad como ser humano ya que es conocedor de condicionamiento al que se somete a los niños para que sean felices en esta sociedad. En contraste a este rebelde tenemos a Lenina (que representa al resto de la sociedad de este mundo), una joven perfectamente acomodada en ese mundo y que no entiende de qué se queja Bernard.

La segunda mitad comienza cuando se van juntos a una Reserva Salvaje donde viven los seres humanos como se «hacía antiguamente»: con enfermedades, suciedad, insectos; es decir, sin los avances de la tecnología. Aquí conocen a John, cuya madre está en esa reserva por error. Por lo que se ha criado entre las costumbres de su tribu y las que su madre le enseñó. Lenina y Bernard se llevan a John y a su madre a su sociedad creando así un conflicto en el joven ya que encuentra un mundo artificial, frío, sin valores, donde ni el amor ni el dolor ni la alegría de vivir tienen lugar.

La novela está dividida en 18 capítulos en los que Huxley ataca a una sociedad capitalista, el fundador de este mundo feliz es Henry Ford, fabricante de coches y creador del sistema de la cadena de montaje, al que tratan como un Dios. Incluso la letra T, referencia al Modelo T de Ford, sustituye a la cruz cristiana.

Mediante una gran sátira, a veces humorística y otras demasiado amarga, encontramos una distopía que nos lleva a plantearnos si nosotros somos verdaderamente libres o si también estamos sometidos a un condicionamiento. Quizá no nos pongan una reproducción sobre qué debemos pensar mientras dormimos; pero las redes sociales, la publicidad, la prensa, la misma cultura del país donde vivimos nos condiciona haciéndonos saber qué es lo políticamente correcto, qué está bien, qué está mal, qué debemos hacer, qué debemos pensar, cómo debemos vestir o cómo debemos comportarnos. Recomiendo la lectura de esta novela, no solo por el significado que tiene o por la historia que cuenta, sino por la reflexión que inevitablemente se tiene cuando se llega al final.