Hoy vengo con una novela ‘salseante’ al más puro estilo puritano del siglo XVII inglés. Engaños, adulterio, cotilleos, culpabilidad, castigos… Vamos, una historia muy actual; excepto por lo de llevar una letra que marque el adulterio. Si hoy en día se hiciese eso… Cuántas sorpresas nos llevaríamos.
La letra escarlata de Nathaniel Hawthrone nos cuenta la historia de Hester Prynne, una mujer que se mudó a un Boston puritano e hipócrita con su marido. Este debe viajar por negocios y cuando llega se encuentra a su mujer en la picota con una hija, que evidentemente no es suya, reconociendo un adulterio. Sí, el libro comienza con Hester subido en la picota con la letra A de adúltera cosida a su vestido, con un bebé en brazos y sin querer decir el nombre del padre de la criatura. Con este principio todos queremos saber quién es el amante de Hester y qué hará su marido cuando lo vea, al menos eso pensé yo nada más leer las dos primeras páginas.
Una novela corta que parece tratar de amor, misterio y venganza, se convierte en una dura crítica a la hipocresía y en un profundo análisis de temas como la religión, la culpabilidad y la felicidad, o mejor dicho la infelicidad. Una historia que cuenta otras historias. No solo se narra la dura vida de Hester Prynne por culpa de esa letra, sino la de otras muchas personas que llevaron la carga de la vergüenza a sus espaldas como consecuencia de un pensamiento retorcido, retrógrado, duro para unos, impune para otros y que siempre tiene cuidado de lo que opinen los demás.
Una lectura rápida, ligera y amena. Muy recomendable, no solo para todo aquel que esté interesado en el puritanismo, ya que La letra escarlata en un fiel reflejo de la sociedad de esa época, sino para aquellos lectores cansados de la lectura juvenil y de esas novelas de amor que todos sabemos cómo acaban. Aquí hay drama, pero del bueno.
Hoy en día no nos llevan a la picota, ni nos hacen caminar durante horas para que todo aquel que quiera pueda insultarnos y echarnos en cara nuestras culpas; pero vivimos en una sociedad marcada de nuevo por la hipocresía, las apariencias y el qué dirán. Así que esta novela, al final, aunque esté ambientada en el siglo XVII, no está tan alejada de nuestra realidad. A veces, el ser humano camina como los cangrejos: hacia atrás.

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