¡Hola a todos! Espero que hayáis pasado unas buenas vacaciones. Para volver a la carga traigo algo ligerito de leer, una obra de teatro. Podría reseñaros algún clásico del teatro español: Valle-Inclán, Lorca, Benavente, Lope de Vega…, pero no; me he decantado por una pieza de estos últimos años. Creo que en los centros educativos se deja de lado al panorama de la literatura actual; no se estudian las tendencias que hoy en día siguen los nuevos escritores. Laforet, Cela, Martín Gaite, la generación del 27 son los autores más actuales que se estudian en colegios e institutos… ¿Qué pasa? ¿Hoy en día no se escribe nada nuevo? Pues sí, sí se escribe muchísimo y merece la pena conocerlo. Así que hoy traigo Hamelin de Juan Mayorga, uno de los dramaturgos más premiados y reconocidos actualmente.
En esta obra tenemos a Montero, un juez, que intenta desarticular una red de pederastia. Para ello cuenta con las declaraciones de Gonzalo y Josemari, dos hermanos que culpan a Rivas, un burgués catalán, de ser el líder de un grupo de pedófilos. Mientras el juez investiga el caso de estos dos niños, reflexiona sobre el mal que existe en el mundo y culpa a los padres de no saber proteger a sus hijos, no es capaz de acercarse a su propio hijo, Jaime, que cada día tiene una conducta más violenta. Con este argumento es sencillo deducir que Hamelin trata sobre la pederastia y del daño que los niños reciben por culpa de los adultos, siendo el protagonista Montero, el antagonista Rivas y las víctimas los niños; pero no. El verdadero protagonista es el lenguaje, cómo se corrompe, cómo se deforma y cuánto daño puede llegar a hacer.
El teatro de Mayorga se caracteriza por presentar ideas y no hipótesis, él no desea defender nada ni demostrar nada al público; pretende que este reflexione sobre aquello que ve y que cree su propia tesis. Con esta obra el autor quiere hacernos pensar en cómo educamos a nuestros hijos, en cómo les hablamos, en qué estamos haciendo mal para que el mundo esté lleno de mal, de ratas que no somos capaces de expulsar.
Recomiendo Hamelin para reivindicar el teatro actual, por su mensaje y porque el mundo en que vivimos es realmente la ciudad de Hamelin, la ciudad de ese cuento que todos conocemos y que algunos habrán olvidado. Yo me despido ya, un abrazo y ¡Nos leemos pronto!
