el payaso triste y otros relatos libros por vivir
Autopublicados, Terror

El terror que nace de uno mismo

¡Hola! Hoy os traigo una reseña y una recomendación de un libro realmente espectacular. No es común que un libro de relatos se convierta en uno de tus favoritos. Aún menos frecuente es sentir, al terminarlo, que te habría gustado haberlo escrito tú.

Con El payaso triste y otros relatos de terror para reflexionar escrito por el autor autopublicado Pablo Pallarés Safont me ha pasado exactamente eso. Como lectora, me ha conmovido, me ha inquietado, me ha hecho pensar en cosas que no siempre quiero pensar. Como amante de la literatura, me ha fascinado su arquitectura interna, su lenguaje, su capacidad de decir mucho en pocas páginas.

Primero que nada, quiero agradecer a Pablo que me haya enviado su libro para conocerlo y poder hacer la reseña. Se lo agradeceré toda la vida porque, de verdad, me ha inspirado muchísimo. Aprovecho para hacer una confesión, siempre he querido escribir un libro de relatos y gracias a El payaso triste y otros relatos sé perfectamente cómo quiero que sea, qué quiero conseguir con él. Muchas gracias, Pablo, por escribirlo y por desbloquearme esa ilusión que había dejado de lado.

Ahora sí, aquí va la reseña.

A veces el auténtico terror no se esconde en un bosque oscuro ni en la mirada vacía de un asesino en serie. A veces, el miedo está sentado a tu lado en la oficina. O duerme contigo. O te mira desde el espejo. Con El payaso triste y otros relatos de terror para reflexionar, Pablo Pallarés Safont nos entrega una colección de 20 relatos que no buscan hacerte saltar del sofá, sino clavarte una punzada en el estómago y dejarte pensando, con incomodidad y empatía, en el lado más vulnerable de lo humano.

Ya desde la introducción que hace el autor antes de comenzar con los relatos, se intuye una intención clara: este libro no se adscribe al terror tradicional, ni al susto fácil, ni a las fórmulas prefabricadas del género. No hay casas encantadas ni fantasmas con cadenas. Lo que hay aquí es más oscuro, más íntimo, más real: estrés, ansiedad, angustia, culpa, vergüenza, depresión. Pallarés no explota estos temas como ornamento, sino que los convierte en el núcleo del horror. El lector asiste al despliegue de una serie de narraciones donde lo monstruoso no es otra cosa que nuestras propias reacciones, nuestras propias decisiones, nuestros propios silencios.

Uno de los grandes méritos del libro es su capacidad para sorprenderte justo cuando crees que estás a salvo. El estilo de Pallarés se mueve con soltura entre lo cotidiano y lo inesperado: comienza con situaciones aparentemente normales, incluso anodinas, que de pronto, con un giro seco pero perfectamente sembrado, se transforman en una pesadilla inquietante. No es un miedo de grito, sino de suspiro. El tipo de escalofrío que viene acompañado de un «uff» o un «joder, qué mal» (perdonadme, pero es la única forma que tengo de expresar lo que me ha hecho sentir este libro). Esta sensación viene dada porque lo que se insinúa en el relato no está tan lejos de nuestra propia experiencia.

Pese a la densidad emocional de los temas, la lectura es tremendamente fluida. Pablo Pallarés demuestra oficio narrativo: su prosa es clara, accesible y salpicada de recursos que revelan su paso por el mundo del cine, al menos es la sensación que me ha dado a mí. El uso medido pero eficaz de onomatopeyas y repeticiones que generan tensión sensorial, casi como si el texto tuviera ritmo de montaje o de banda sonora, me recuerda a la ambientación que se da a las películas y series de terror cuando quieren crear esa tensión y esa ambigüedad en el espectador. Algunos relatos rozan lo poético, otros juegan con el sarcasmo, hay variedad estilística y de tonos, pero siempre con una voz coherente de fondo: honesta, incómoda, sin complacencias.

El libro puede leerse como una apología de los conflictos psicológicos del presente. La imposibilidad de pedir ayuda, el agotamiento por intentar que nada de nuestra vida se desmorone, la presión de la autoexigencia, las heridas invisibles que se agrandan sin que nadie lo note… Todo esto está presente en los relatos, muchas veces en forma de metáfora, otras de manera brutalmente directa. Pallarés se une desde mi punto de vista a una tradición de terror psicológico en la línea de Shirley Jackson o Mariana Enríquez, pero con un tono que me ha recordado por momentos a las «greguerías» de Ramón Gómez de la Serna o los “Crímenes imperfectos” de Max Aub. No os quiero contar nada de ningún relato para no fastidiaros la lectura, por eso no quiero profundizar más en las similitudes y diferencias con estos autores, solo daros esta pincelada para que sepáis un poco el estilo de los relatos y podáis decidir si es vuestro tipo de lectura o no.

Los personajes, no demasiado detallados físicamente, son absolutamente reconocibles. Puedes identificar en ellos a alguien que conoces, o incluso a ti mismo. Esto amplifica el impacto emocional de los relatos: no es que le pase a alguien, es que te podría pasar a ti.

Las valoraciones de lectores en plataformas como Amazon España confirman esta doble capacidad del libro para entretener y remover. Hay quien habla de una «atmósfera única» o de «relatos que te tocan la fibra». Otros destacan su lectura adictiva, ideal incluso para quienes no leen de forma habitual, lo que no resta complejidad al contenido. En este sentido, Pallarés logra algo difícil: ser accesible sin simplificar, conmovedor sin caer en la lágrima fácil y original sin necesidad de trucos estrafalarios.

Recomiendo este libro con toda sinceridad. Porque no solo es una excelente lectura, sino también una puerta abierta a una forma de entender el terror que es, ante todo, humana. Pablo Pallarés Safont no solo ha autopublicado una buena colección de cuentos: ha dejado una marca; y si hay justicia literaria, esta no será su última obra.

Hasta aquí la reseña de hoy, espero que os haya gustado y que os anime a leer este libro. Podéis encontrar a Pablo en Instagram y conseguir el libro en Amazon. ¡Nos leemos pronto!